jueves, 29 de diciembre de 2022

RUTA POR CARABAÑA-VALDARACETE-ESTREMERA

 

Vía Verde de los 40 días. Caminos de hierro en tiempos de guerra.

Toda guerra tiene sus consecuencias negativas: sociales, demográficas, económicas, políticas y medioambientales. La guerra es un fracaso de la humanidad y tenemos el deber moral de tratar de que no se produzcan por todos los medios.

Actualmente vivimos un conflicto bélico en Europa con sus terribles consecuencias. España sufrió una cruenta Guerra Civil, que destrozó a familias y nos condenó a una dura posguerra. Hoy encontramos restos de aquel nefasto conflicto bélico a modo de trincheras, búnkeres e infraestructuras ligadas a la contienda militar.

Una de estas infraestructuras es la Vía Verde de los 40 días, también llamada “Vía Negrín”. Este tramo ferroviario reconvertido en vía verde pretendía enlazar por tren las provincias de Madrid y Valencia.

(Cartel informativo del inicio de la Vía Verde de los 40 días en Carabaña).

La vía partía desde Torrejón de Ardoz y terminaba en Tarancón (Cuenca) para enlazar con la vía a la Comunidad Valenciana.

Tras la Guerra Civil, la vía se desmanteló y fue rehabilitada por la Asociación de Ferrocarriles Españoles convertida en vía Verde.

Parte desde el municipio de Carabaña en el Valle del Tajuna, enlazando con la Vía Verde del Tajuña, para acabar en el municipio de Estremera, en el Valle del Tajo. Consta de 15 kilómetros. Está señalizada con paneles informativos, hitos kilométricos y zonas de descanso.

(Hito kilométrico en la Vía Verde de los 40 días).

La vía atraviesa parajes naturales de gran valor ecológico como zonas de campiña con encinar, coscojares, cerros yesíferos, carrizales, olivos y pinares de repoblación, y el corredor ecológico de la Cañada Real Soriana Oriental.

(Cerro yesífero con pinar de repoblación en el término municipial de Valdaracete).

Esta mezcla de ecosistemas propicia una variada avifauna. Así podremos contemplar especies tan interesantes como collalba negra, alcaudón real, águila perdicera, aguilucho cenizo, aguilucho lagunero, o búho chico.

En nuestro recorrido podremos observar especies de mamíferos como conejos, liebres, ginetas, zorros o jabalíes. Y especies de reptiles como culebra de escalera, culebra bastarda, o lagarto ocelado.

La ruta propuesta, es una ruta lineal de 4 horas de duración y de dificultad alta.

(Ruta lineal de dificultad alta y duración de 4 horas entre Estremera y Carabaña).

Ficha técnica de la ruta.

-Tipo de ruta: lineal.

-Dificultad de la ruta: alta.

-Distancia recorrida: 15 kilómetros.

-Punto de inicio y fin de la ruta: Parada del autobús 351 en la Plaza Virgen de las Viñas, Estremera. Parada del autobús 326 Avenida de Tielmes-Santa Lucía, Carabaña.

-Duración: 4 horas. Con parada para ver aves.

-Desnivel: punto más alto 762 metros. Punto más bajo 595 metros.

-Época recomendada de visita: Otoño, Invierno y Primavera.

-Valores naturales: valle del Tajuña, valle del Tajo. Cañada Real Soriana Oriental.

(Paisaje de campiña en las cercanías de la Cañada Real Soriana Oriental).

-Valores culturales: Vía Verde de los 40 días, Ermita de Santa Lucía de época romana, reconstruida en el siglo XVI.

(Ermita de Santa Lucía del Siglo XVI. Carabaña).

Como llegar a Estremera.

-En coche: tomar la A-3 hasta salida 62. 1 hora desde Madrid.

-En autobús: línea 351 Ronda de Atocha-Estremera-Barajas de Melo. 1 hora y 30 minutos. Bajarse en la parada de Plaza de las Viñas, y tras callejear unos minutos en dirección a la carretera a Carabaña encontraremos el inicio de la vía verde.

-En bicicleta: coger el metro hasta Arganda del Rey. Luego la Vía Verde -del Tajuña hasta Carabaña y allí cruzar el puente del Tajuña hasta enlazar con la Vía Verde de los 40 días. 2 horas y 50 minutos.

Como llegar a Carabaña.

-En coche: tomar la A-3 hasta la salida 41 en dirección Tielmes. 54 minutos desde Madrid.

-En autobús: línea 326 Conde de Casal-Mondéjar-Driebes. Bajarse en la parada Avenida de Tielmes-Santa Lucía, Carabaña.

-En bicicleta: coger el metro hasta Arganda del Rey, y desde allí la Vía Verde del Tajuña. 2 horas y 10 minutos.

Recomendaciones para la ruta.

-El trazado desde Carabaña a Estremera a mitad de camino es cuesta abajo, así el final de la ruta se nos hará menos cansado.

-Si optamos por hacer al revés, desde Estremera a Carabaña, notaremos el desnivel y el esfuerzo, pero tendremos el sol a nuestra espalda.

-Llevar agua, ya que no hay en todo el recorrido hasta que lleguemos a alguno de los dos pueblos.

-Cómo vamos a transitar por una Vía Verde, circular por nuestra izquierda, para no entorpecer a los ciclistas.

-A lo largo del recorrido hay zonas de descanso con bancos de madera y refugios para la lluvia. Respetad este mobiliario.

-Hay opción de hacer una parte de la ruta, y enlazar con la Cañada Real Soriana Oriental.

Este es el relato de una ruta que realicé a finales de Diciembre de 2022.

Después de los excesos de la cena de Nochebuena y la comida de Navidad se imponía una ruta larga para tratar de paliarlos, lo mejor que se podía.

Esta ruta la tenía en mente hacía tiempo, pero dudaba hacerla andando por la distancia, aunque ya antes había hecho alguna igual de larga. Sin pensármelo dos veces me líe la manta a la cabeza y me cogí el primer autobús que salí de Madrid a Estremera, municipio que ya conocía de otra ruta que hablo en este blog.

El autobús llegó temprano aún sin amanecer y me dejó en la Plaza de las Viñas inicio de la ruta. Tras callejear un pequeño rato, un gran cartel daba la bienvenida al municipio y allí comenzaba el asfalto rojo que indicaba el inicio de la Vía Verde.

(Inicio de la Vía Verde de los 40 días en el municipio de Estremera).

A pesar del invierno de temperaturas anómalas que estamos padeciendo, la mañana se levantó con una capa de escarcha, que me helaba literalmente los pies. Así que decidí empezar con un ritmo un poco fuerte de salida para ir calentando el cuerpo.

La primera especie para la lista de aves de la mañana, fue un grupo nutrido de palomas torcaces descansando en un tendido eléctrico.

Comencé a subir una cuesta exigente que no abandonaría hasta llegar al cruce con la Cañada Real Soriana Oriental. El comienzo de la Vía Verde cruzaba zonas de olivar. En un olivar de gran porte varias urracas comunes volaron sobresaltadas, lo que me puso alerta de una posible rapaz, que poco tardó hacer acto de presencia. Un bonito ejemplar de busardo ratonero.

(Urraca común. Pica pica).

El primer tramo de la vía iba pegado a la carretera de Carabaña y había mucho tránsito de camiones y coches. Agradecí que el camino giraba a la derecha, se despegaba de la carretera y se internaba en otra zona de olivares. Allí sin ruido comenzaron aparecer otras especies de fauna como conejos y cornejas negras.

Instantes después aparecieron volando con su inconfundible reclamo otro tipo de córvidos. Dos chovas piquirrojas.

Momentos después,  el paisaje iba cambiando poco a poco y el olivar daba paso a pequeños bosquetes de coscojas. Allí pude observar varios carboneros comunes  y una curruca cabecinegra.

Comencé a encontrarme los primeros hitos kilométricos que indican la distancia del Camino de Uclés y el Camino de Santiago. A mi derecha se levantaba una torreta a modo de mirador, que tuve la tentación de subirme a ella, si no fuera por la cantidad de barro que había en el camino que llevaba a ella. Decidí acelerar un poco más el paso, y de nuevo entre olivares había muchos estorninos negros deseosos de hincarles al pico a las nutritivas aceitunas.

Al poco rato, una curruca capirotada hembra trataba de esconderse de mi presencia, tras una retama.

Tras atravesar un puente por debajo de la carretera, llegué a una zona llana que agradecieron mis piernas. En los laterales de la vía había plantados muchos almendros y en uno había posado un grupo mixto de gorriones comunes  y gorriones morunos.


(Gorriones morunos. Passer hispaniolensis)

A pocos metros había una zona descanso con bancos de madera, donde había carteles informativos sobre los valores naturales de Valdaracete y la Cañada Real Soriana Oriental. En este punto se unían la Vía Verde y la Cañada Real.


(Área de descanso en el cruce entre la Vía Verde de los 40 días, y la Cañada Real Soriana Oriental).

Crucé con cuidado el pequeño tramo de carretera, y aquí el paisaje cambiaba a una campiña salpicada de encinas. Allí campeaban al unísono dos aguiluchos laguneros occidentales.

De nuevo la Vía Verde hacía un giro hacia la derecha para comenzar a descender. En los barbechos estaban posados muchos jilgueros europeos, y entre ellos pude observar un bisbita pratense que compartía plato de semillas con estos bellos fringílidos.

Otra vez crucé un puente por debajo de la carretera, y en uno de sus huecos empezaron a salir grajillas occidentales como cuando sale una bandada de murciélagos de la cueva al anochecer.

(Grajillas occidentales. Corvus moneluda)

La mañana ya iba calentando y me iba sobrando ropa. En un descansadero de madera paré para quitarme el anorak y recuperar líquidos.

A la altura del cruce con Valdaracete, el paisaje volvía a cambiar de manera abrupta y la vía verde estaba flanqueada por cerros yesíferos con formaciones de esparto y pinares de repoblación.

A la izquierda del camino en un bosquete de pinos comenzaron a volar pinzones vulgares y uno de ellos se dejó fotografiar en la copa de un pino.


(Pinzón vulgar. Fringilla coelebs).

A mi derecha se alzaban unos atractivos cerros yesíferos. Decidí hacer un barrido con los prismáticos y pude observar unas cogujadas comunes que lo sobrevolaban.

En una cuneta de vía vi un excremento que tenía toda la pinta de ser zorro y justo cuando levanté la mirada un curioso raposo se quedó mirándome fijamente entre una zona de espartal.


(Zorro rojo. Vulpes vulpes).

La caminata ya me empezaba a hacer mella, y aún me quedan 5 kilómetros para llegar a Carabaña. Debía darme prisa si no quería perder el autobús de vuelta, así que volví a aumentar el paso.

A lo largo de 2 kilómetros el paisaje no cambiaba, rodeado de cerros de yesos y espartales, y en ese recorrido sumé a la lista un grupo de pardillos comunes.

El hito kilométrico marcaba 2 kilómetros a Carabaña y ya en el horizonte podía ver las primeras casas del pueblo, así que pude respirar más tranquilo  aminorar un poco la marcha, aparte de que el camino ya comenzaba a descender, cosa que agradecieron encarecidamente mis gemelos.

(Vistas de Carabaña desde la Vía Verde de los 40 días).

A mi derecha una valla separaba una finca, y lo que más me llamó la atención y me indignó es que esta valla era doble. Una barrera infranqueable más para la fauna.

Junto a la valla estaba sentado un hombre mayor, que como yo, hacía parte de la Vía Verde a pie. Después de saludarnos cordialmente, seguí mi camino.

Justo antes de abandonar esa indignante valla, sobre ella estaba posado un macho de colirrojo tizón.

El camino descendía de manera brusca, y en la última formación de cerro yesifero, en un almendro, antes de volar, vi un alcaudón real.

Y tras unos metros de descenso llegué al cruce con la Vía Verde del Tajuña.

Ya me quedaba poco rato para llegar a la parada del autobús de vuelta. Antes crucé un coqueto puente de piedra sobre el río Tajuña. Me detuve un rato para escudriñar el bosque de ribera que flanqueaba el río.

Allí puede ver unos juguetones mitos, y volando remontando el río, un cormorán grande. Entre la hojarasca del sotobosque un mirlo común, se estaba dando un festín con una gran lombriz.


(Mito. Aegithalos caudatus).

Ya estaba en el pueblo de Carabaña y tras pasar el puente del río me pegué a un carril bici que pasaba por la Ermita de Santa Lucía.

A escasos metros ya veía la parada del autobús y cerca de esta, en una casa abandonada, se apelotonaban una buena bandada de tórtolas turcas.

Iba con las fuerzas tan justas de la caminata que la persona que estaba esperando el autobús era el hombre que saludé kilómetros atrás.

Hablando con él esperando el autobús me comentó que tenía 84 años y era muy senderista. Un 10 para él, que con su edad, seguía así de activo.

Y justo antes de subirnos al bus de vuelta, un gavilán común sobrevoló por encima del autobús en dirección al Tajuña y cerraba la lista de esta ruta tan interesante.

¡A qué esperáis para calzaros las botas y coger los prismáticos  y la cámara de fotos, y disfrutar de esta ruta tan interesante!

¡Felices avistamientos!

©R. Almenilla.

Para concluir, adjunto las especies de fauna avistadas durante la ruta.

FAUNA DE ESTREMERA Y CARABAÑA

AVES

MAMÍFEROS

Aguilucho lagunero occidental

Conejo

Alcaudón real

Zorro rojo

Bisbita pratense

Busardo ratonero

Carbonero común

Chova piquirroja

Cogujada común

Colirrojo tizón

Cormorán grande

Corneja negra

Curruca cabecinegra

Curruca capirotada

Estornino negro

Gavilán comun

Gorrión común

Gorrión moruno

Grajilla occidental

Jilguero europeo

Mirlo común

Mito

Paloma torcaz

Pinzón vulgar

Tórtola turca

Urraca común

 Mapa de la ruta. Fuente google maps.

 

 

 

 

miércoles, 23 de noviembre de 2022

RUTA POR BELMONTE DE TAJO

 

Ruta del Horcajo. Otoñada, viñedos y zorzales.

La Comunidad de Madrid, también es tierra de vinos. Sus afamados “caldos” ocupan una superficie de 8.900 hectáreas de extensión.

La denominación de origen “Vinos de Madrid” es tardía  apenas cuenta con 30 años de declaración. Ello no resta calidad a este producto tan afamado.

Los viñedos del municipio de Belmonte de Tajo se circunscriben a la Comarca de Arganda del Rey, subzona Sureste.

(Viñedos en el municipio de Belmonte de Tajo).

La tradición vitivinícola de este bello pueblo de la Comarca de las Vegas, viene de muy antaño, y se ha mantenido hasta nuestros días. Lo que nos da la posibilidad de disfrutar de una cata, e introducirnos en el mundo del vino visitando alguna de sus bodegas como la Bodega Ecológica Andrés Morate, o la Cooperativa del Vino de San Isidro.

Ya hemos comentado en este blog que los viñedos ecológicos, a pesar de ser un ecosistema antrópico, albergan una gran riqueza biológica, tanto en flora como en fauna.

Los viñedos ecológicos que encontramos en Belmonte de Tajo, están sustentados sobre un terreno arcilloso y calizo. La cubierta de vegetación herbácea que hay en ellos, al no ser tratados con pesticidas y herbicidas favorece la aparición de una fauna entomológica compuesta por gusanos, cochinillas, saltamontes, mariquitas o mantis, que son el sustento de numerosas especies de aves insectívoras.

En estos viñedos observaremos especies de aves como carboneros comunes, herrerillos comunes, tarabillas europeas, colirrojos tizones, gorriones chillones, que darán buena cuenta de estos insectos, siendo claves para el control biológico.

Hay que tener en cuenta que la vendimia en nuestros campos abarca desde Julio hasta Septiembre, y algunos años prolongándose hasta el mes de Octubre. Este periodo de tiempo coincide con el final del Verano y comienzo del Otoño, periodo de paso post-nupcial, para aves que pasan el Invierno en sus cuarteles de invernada al Sur del Sáhara, y algunas en Oriente Medio.

Las uvas que no se recolectan son reservas de grasa para los primeros invernantes que empiezan a llegar a la Península ibérica, como zorzales comunes, zorzales alirrojos, zorzales charlos, alondras comunes, o currucas capirotadas.

En este periodo de paso migratorio, los insectos de los viñedos ecológicos serán fuente de alimentación para el largo viaje que les espera para especies como papamoscas cerrojillos, papamoscas grises, tarabillas norteñas, o mosquiteros musicales. Y esta fuente de alimentación junto a las uvas son aprovechadas por fauna residente como abubillas, jilgueros europeos, herrerillos comunes, carboneros comunes, pardillos comunes, verderones comunes o serines verdecillos.

Los majanos, que son acumulaciones de piedras que se amontonan al limpiar la zona de cultivo son aprovechadas para otras especies animales como conejos, ratones de campo, lagartos ocelados, lagartijas ibéricas, o culebras bastardas.

Y toda este fuente de alimentación es foco de atracción para aves rapaces como gavilanes, milanos reales, busardos ratoneros, mochuelos comunes, o cernícalos vulgares.

Todo este elenco de fauna podemos observarlo en los viñedos ecológicos que nos encontraremos en la ruta del Horcajo.

(Cartel señalando la dirección de la ruta del Horcajo en Belmonte de Tajo).

Esta ruta es una de la mayor riqueza ambiental de Belmonte de Tajo. A los ya comentados viñedos, atravesaremos zonas de monte mediterráneo con buenas formaciones de encinas, coscojas, y quejigos. Zonas de sotobosque con formaciones arbustivas de durillo, tomillo o lentisco. Espartales. Y pinares de pinos carrascos de repoblación.

(Pinar de repoblación de pino carrasco, mezclado con coscojar en la ruta del Horcajo).

La ruta completa nos dará una buena visión de dos formaciones naturales bien diferenciadas. El páramo, típico de la comarca de la Alcarria, más seco pero no menos atractivo, y la zona de la Vega, más fértil y donde podemos observar un pequeño embalse en forma de “U”.

Atravesaremos los arroyos del Horcajo y la Veguilla, y este último forma un pequeño oasis de frescor y biodiversidad en la Fuente de la Tejera, con un pequeño bosquete de ribera con chopos que darán buena sombra en los meses más cálidos.

A la riqueza natural, tenemos que añadir la cultural y etnográfica, pues visitaremos tres fuentes como la Fuente de Abajo, la Fuente de Arriba y la Fuente de la Tejera, y en ellas poder deleitarnos con antiguos lavaderos, y con suerte podemos ver anfibios como ranas comunes o sapos parteros.

La ruta propuesta es una ruta circular de 7 kilómetros de distancia, duración de 2 horas y media, y de dificultad media.

(Ruta circular, de dificultad media y 2 horas y media de duración por Belmonte de Tajo).

Ficha técnica de la ruta.

-Tipo de ruta: circular.

-Dificultad: media.

-Punto inicio y fin de la ruta: Parada del autobús 337 en la Carretera M-404, esquina calle Camino del Tío Miguel. Parada del autobús 337, Plaza de Valencia.

-Duración: 2 horas y media. Con parada para ver aves.

-Desnivel: punto más alto 735 metros. Punto más bajo, 600 metros.

-Época recomendada de visita: Otoño y Primavera.

-Valores naturales: ruta del Horcajo, visitando zonas de páramos y vega.

-Valores culturales: fuentes de Arriba, Abajo y la Tejera.

Como llegar a Belmonte de Tajo.

-En coche: tomar la autovía A-3 hasta la salida 48 y luego la M-404 hasta Belmonte de Tajo. 52 minutos.

-En autobús: coger el autobús 337 Conde de Casal-Valdelaguna, y bajarse en la parada de la carretera a Valdelaguna. 1 hora y 15 minutos.

-En bicicleta: la ruta no es recomendable hacerla en bici. Aparte de que no tenemos cerca algún transporte para subir la bici, hay zonas del camino en mal estado con piedras, que se incrementa si han caído lluvias fuertes.

Recomendaciones de la ruta.

-Hay partes del camino que no tienen buen firme. Están llenos de piedras y no es nada recomendable hacerlo con zapatillas. Es mejor calzarse unas botas de montaña.

-Dada la distancia, y que el camino tiene algunas pendientes no es recomendable hacerlo entero con niños. Lo mejor para ellos es hacerlo hasta la Fuente de la Tejera, ida y vuelta.

-La ubicación de la Fuente de la Tejera, está mal puesta en “google maps”. No corresponde con el punto de mapa. Se encuentra un poco más al norte.

-Vamos a transitar junto a la valla de un coto de caza. Extremar las precauciones en época de caza.

-Las épocas ideales para visitar el entorno son el Otoño y la Primavera. En Otoño la variedad de colores de los chopos y los quejigos, junto a los atardeceres son dignos de ser fotografiados. La Primavera con la explosión de flores, si es lluviosa, merece una escapada.

-Esta ruta es un poco más corta que la original, aunque no le resta belleza e interés, además que transitaremos pegados a un encinar en buen estado de conservación.

-Es recomendable llevar agua para el recorrido.

-No salirse de los caminos. La ruta está señalizada, y respetar el patrimonio etnográfico como son las fuentes que nos encontraremos durante la ruta.

-Un buen plan de fin de semana es completar la ruta con una visita a la Bodega Ecológica Andrés Morate, o a la Cooperativa del Vino de San Isidro.

Esta es el relato de una ruta que realicé a finales de Octubre de 2022.

Hacía un mes que había vuelto a Madrid, después de vivir casi tres años en Extremadura. Aún seguía ubicándome, y nada mejor para quitarme la “morriña” que una visita a uno de mis rincones favoritos de la Comunidad de Madrid, la Comarca de las Vegas.

A pesar de estar casi en Noviembre, Belmonte de Tajo me recibió con una tarde muy calurosa. Ya estaba un poco harto del eterno “veroño” y más después de venir de sufrir uno de los veranos más tórridos que hemos padecido.

Hacía unos días que habían comenzado a citar los primeros bandos de grullas cruzando la comunidad, y pensé que aquella tarde tan despejada sería propicia para ver algún bando cruzando el municipio.

El autobús que me trajo desde Madrid atravesó el bello casco antiguo del pueblo y me dejó justo en el punto donde termina la ruta a la Dehesa de Valdecabañas, de la que también hablo en este blog.

Tomé la calle de la derecha desde la parada del autobús y en poco tiempo me encontré una elevada pendiente, que para empezar ya descolocó mis piernas. Sin solución de continuidad, luego una bajada de las que sufren las rodillas. Y al final de la calle comenzaba una pista de tierra donde se encontraban la Fuente de Arriba y la de Abajo.

(Fuente de Abajo, construida con piedra caliza de Colmenar de Oreja).

Me paré un momento a ver estas sugerentes fuentes construidas con caliza de Colmenar de Oreja. Junto a ellas antiguos lavaderos restaurados, que ahora eran ocupados por infinidad de pequeños renacuajos.

Estaba tan ensimismado por intentar descubrir de que especies eran que no me di cuenta de que en el lavadero de al lado había una lavandera cascadeña, que poco tardó en volar al detectar mi presencia.

El camino estaba en mal estado. Había una capa de piedras que hacía muy incómodo transitarlo. Me arrepentí de no haber traído las botas de montaña, porque con zapatillas mis tobillos empezaban a resentirse.

El camino estaba flanqueado por almendros y algarrobos, y en una de ellos había posadas, dos tórtolas turcas.

La pista iba paralela al Arroyo de la Veguilla, que unos metros más arriba se le unía el Arroyo del Horcajo, que da nombre a la ruta.

La primera parte de la ruta transitaba entre campos de cereal, y barbecho.

Me subía a una loma para rastrear la zona de barbecho, a ver si veía movimiento de aves, porque la tarde había empezado muy floja.

Entre los barbechos pude observar un grupo de cogujadas comunes que picoteaban en el suelo.

Mirando el “google maps” en el móvil me ponía que estaba cerca de la Fuente de la Tejera, pero cuál fue mi sorpresa que al llegar al punto sólo había una gran encina en medio de un campo sin cultivar. Ni rastro de la fuente. No podía haberse esfumado ni secado de golpe. De hecho, las fotos que había visto en internet no cuadraban con el entorno, ya que no veía ningún chopo alrededor.

En ese mismo punto el camino se bifurcaba y decidí, con buen criterio, coger el de la izquierda.

El camino comenzaba a ganar altura, cada vez estaba más impracticable. Tenía que ir muy despacio para no tratar de tropezar con alguna piedra.

El paisaje iba cambiando. Primero una zona de espartal. Según subía sotobosque con durillo, lentisco y coscojas. Y a mi derecha un encinar con algunos ejemplares de buen porte.

Seguía dejando a mi izquierda el Arroyo de la Veguilla, completamente seco, pero con mucha piedra suelta, y ramas arrastradas, señal de que tuvo que haber una tormenta que descargara con fuerza y arrastrase tierra y vegetación.

La cuesta comenzaba a hacer mella, ya que el firme era muy malo, además se metieron varias piedras en las zapatillas, que me estaban dando la tarde. Sin ninguna piedra grande donde apoyarme, unos metros más arriba comencé a ver un bosque de ribera, donde decidí que tendría que parar para quitármelas.

Antes de llegar a él, vi posado en un árbol seco una silueta negra que no identificada. Cuando puede verla con mejor luz, pude comprobar que se trataba de un bonito ejemplar de alcaudón real.

(Alcaudón real. Lanius meridionalis).

Y casi sin darme cuenta estaba en la Fuente de la Tejera. Un auténtico remanso de paz, y un oasis para las aves. Un gran charco rodeado de chopos, con un gran zarzal, y con unos bancos que agradecí profundamente, y donde pueda quitarme las molestias piedras.

(Fuente de la Tejera).

Aproveche para descansar un rato a la sombra y desde el banco de madera, ojear el zarzal. Había movimiento de aves. Primero sorprendí a un par de mirlos comunes  y poco después a una curruca cabecinegra que me observaba detenídamente desde dentro de la zarza.

Durante el trayecto había echado en falta la presencia de alguna rapaz, ya que era un día despejado y sin viento. Y antes de levantarme del banco para reanudar la marcha, una sombra negra se reflejó en el suelo. Al alzar la vista me sorprendió un buitre leonado volando a baja altura. Tal susto me llevé que tardé en reaccionar para hacerle una foto.

Al poco rato de perder de vista el buitre leonado, voló raudo y veloz un gavilán común que se perdió detrás de los chopos.

El camino volvía a repetir otra pendiente tortuosa, aunque menos mal que a partir de donde acababa el camino tenía mejor firme, y el calvario de esquivar piedras tocaba a su fin. Llegando a lo más alto de este, se bifurcaba, y mirando el mapa opté por coger una vereda pegada un coto de caza, ya que recortaría más tiempo, para llegar en hora a coger el bus de vuelta.

El camino se estrechaba hasta convertirse casi en una vereda. A mi izquierda un mosaico de viñedos, y a mi derecha, la valla que rodeaba el coto de caza dentro de un encinar en buen estado de conservación.

Tenía unas vistas magníficas para ver paso de grullas, pero ni si quiera oía sus trompeteos. Rastreando el cielo comencé a ver varios grupos de cuervos comunes que bajaban a comer al viñedo.

El camino no tenía piedras pero literalmente iba pisando una alfombra de bellotas de las encinas que rodeaban el camino.

Debajo de la copa de una encina había un petirrojo europeo que se perdió entre unas retamas al detectar mi presencia.

Según iba avanzando por el camino por encima de mi cabeza empezaron a pasar varios bandos de zorzales, desde el viñedo en dirección al encinar. Volaban muy rápido, sin darme tiempo a identificarlos.

Primero puedo observar a uno que volaba más despacio y pude comprobar que se trataba de un zorzal común. Otro se posó poco tiempo en medio del camino, pero justo para identificar sus manchas circulares típicas: zorzal charlo.

Otra vez vi movimiento de córvidos.  Y en una encina, comiendo un fruto que bien podía ser una bellota, se dejó avistar muy bien una corneja negra.

(Corneja negra. Corvus corone).

La vereda atravesaba un gran viñedo, y acaba en una gran pista señalizada con el recorrido de la ruta. De entre el viñedo salió al unísono un gran bando de pardillos comunes a refugiarse al encinar.

Me puse alerta porque ese comportamiento era signo de que algún depredador estaba cerca, y no me equivoqué al ver al rato planear dos cernícalos vulgares.

La pista era muy ancha y el firme muy bueno, así que por fin podían descansar mis maltrechos pies. La pista se volvía a adentrar en otro viñedo, pero este con más movimiento de aves, lo que indicaba que nos adentrábamos en un viñedo ecológico. En el tramo desde que entré en el viñedo hasta que acabé en un mirador, sumé otras especies como jilguero europeo, curruca capirotada, verderón común, herrerillo común, pinzón vulgar  y colirrojo tizón.

A la derecha del camino el encinar se aclara y deja ver un pequeño mirador con unas vistas magníficas al valle del Arroyo del Horcajo, observando al fondo un pequeño embalse en forma de “U”, con los colores otoñales de los quejigos y los chopos, lo que hacían un paisaje digno de ser fotografiado.

(Vistas del valle de los arroyos Horcajo y la Veguilla).

Desde este punto hasta la entrada al pueblo ya sólo quedaba cruzar el Arroyo del Horcajuelo, donde en un chopo pude ver a un grupo de gorriones comunes, que curiosamente no había visto durante la ruta.

La última pendiente ya la subía casi sin fuerzas y justo me dejaba en las puertas de la Bodega de Andrés Morate, donde en sus puertas anoté las últimas especies de la lista: urraca común, y estornino negro.

Como ya me quedan pocos minutos para coger el bus de vuelta, la visita a la bodega la dejaría en otra ocasión que volviese con más margen de tiempo.

Al final las grullas no hicieron acto de presencia, las vi pocas semanas después, aunque ello no quita el disfrute de esta ruta tan interesante.

¡A qué esperáis para colgaros los prismáticos y calzaros las botas y disfrutar de este rincón tan recomendable de la Comarca de las Vegas!

¡Felices avistamientos!

R. Almenilla.

Para terminar, adjunto las especies vistas durante la ruta.

FAUNA DE LA RUTA DEL HORCAJO

AVES

Lavandera cascadeña

Tórtola turca

Cogujada común

Mirlo común

Curruca cabecinegra

Buitre leonado

Gavilán común

Cuervo grande

Petirrojo europeo

Zorzal común

Zorzal charlo

Corneja negra

Cernícalo vulgar

Jilguero europeo

Curruca capirotada

Verderón común

Herrerillo común

Colirrojo tizón

Gorrión común

Urraca común

Estornino negro

Mapa fuente: Google maps.